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Columna
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El parto de la Segunda República

Sin comprender lo que ocurrió en las vidas de las personas anónimas no es posible hacerse cargo de lo que sucede cuando el poder cambia de manos

Proclamación de la Segunda República en la Puerta del Sol de Madrid, el 14 de abril de 1931.
José Andrés Rojo

Dos ideas. Una, que cuando la Historia (en mayúsculas) avanza como un vendaval deja a miles de muertos en las cunetas. La otra, que para contar la historia (en minúsculas) es necesario acercarse a cada persona para intentar conocer qué sucedió de verdad, cómo vivió cada una lo que estaba ocurriendo.

Paco Cerdà lo explica así en 14 de abril, que en 2022 ganó el II Premio de No Ficción Libros del Asteroide: “La Historia redondea los esqueletos por decenas. Eso dice Wislawa Szymborska: que mil y uno siguen siendo mil. Que ese uno es como si no existiera. Y eso obliga a buscar el uno. O la una. Cándida Lago Veiga. Tú eres la una de Moaña”. Se refiere a la pescadera, sindicalista, esposa y madre que el 13 de abril de 1931 salió a celebrar la victoria republicana en ese pueblo de Vigo y murió de un tiro a las siete de la tarde en un tumulto que provocaron unos hombres armados que se liaron a tiros para frenar la manifestación. Una bala le atravesó los pulmones.

Hace unos días se cumplieron 94 años de la proclamación de la Segunda República, y lo que escribe Cerdà permite volver de nuevo a esos momentos en que se vino abajo la Monarquía y las gentes inundaron las calles con las esperanzas y los sueños y los anhelos de un nuevo mundo de libertad y justicia. Hubo otros que tuvieron miedo. Cerdà construye su narración a través de episodios que coloca siguiendo las horas canónicas que se utilizaban en las regiones cristianas durante la Edad Media para dividir el tiempo siguiendo el ritmo de los rezos religiosos. Empieza a las seis de la mañana del día 14 con la hora prima y luego sigue: tercia, sexta, nona, vísperas, completas, maitines, laudes. Documenta cada viñeta con el rigor de un historiador, pero lo que late en cada palabra es la mirada del escritor que en esa suerte de plegaria laica se hace cargo de lo que le tocó vivir a cada uno de los que comparecen en sus páginas.

El poder cambia de manos y todo va muy rápido. Por la tarde de aquel 14 de abril, las grandes figuras republicanas llegan al Ministerio de la Gobernación en la Puerta del Sol y es ahí donde el comité revolucionario designa a Niceto Alcalá-Zamora presidente del Gobierno y jefe del Estado. Cerdà pone la misma atención en las inquietudes del rey Alfonso XIII, que se dirige a Cartagena para tomar un barco rumbo al exilio, que en las de Antonio Beltrán, llamado l’Esquinazau, que ignora la suerte que puede correr en la prisión de Huesca, donde ha ido a parar por conducir el coche del capitán Fermín Galán durante la asonada antimonárquica que fracasó unos meses antes. Se ocupa con el mismo celo de los dolores de parto de Rosa Vila que de los pesares de Victoria Eugenia Julia Ena Battemberg, la esposa del rey, que encerrada en palacio prepara su partida y se dice: “Yo creí que había hecho el bien, se repite, yo creí que había hecho el bien”.

El libro se cierra con el sepelio en la madrugada del día 15 de Emilio Arauzo Honorio, un encuadernador que recibe honores por haberse convertido en la última víctima de la Monarquía —lo mató un disparo de la Guardia Civil la noche del 13—, y acaba con unas palabras de su hermano: “La República te vengará”. Pero la República llegó con otras tareas, procuró construir un Estado moderno, hacer una reforma agraria y otra militar, llevar la educación a quienes no la tenían, reducir los privilegios de la Iglesia. La venganza la trajeron otros con un golpe de Estado en julio de 1936, y tras una guerra instauraron el tiempo muerto de la dictadura.

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.
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