Tabasco, Guerrero, Puebla, Chiapas y Oaxaca: los bastiones electorales de los candidatos de Morena a la Suprema Corte
Los microdatos de la elección judicial permiten ver los resortes de la movilización del voto a favor de los nuevos ministros en Estados controlados por el oficialismo
Cinco Estados gobernados por Morena fueron claves en el triunfo de los candidatos impulsados por el oficialismo como ministros de la Suprema Corte en la elección judicial del pasado domingo. En promedio, seis de cada 10 personas que acudieron a las urnas en Tabasco, Guerrero, Puebla, Chiapas y Oaxaca dieron su voto por igual a los nueve aspirantes a togados, de acuerdo con un análisis de los microdatos de la elección publicados por el INE. Esa regularidad, que se repite en cada uno de los ganadores, da cuenta de la operación electoral que se puso en marcha para dirigir el voto a favor de los candidatos seleccionados por Morena. Como resultado de la elección, el abogado indígena Hugo Aguilar será el primer presidente de la nueva Suprema Corte, y será sucedido por el resto de los togados en virtud de su votación.
Naturalmente, los nueve candidatos del oficialismo obtuvieron la mayor cantidad de sufragios uninominales en el Estado de México y Ciudad de México —en ese orden—, por ser las dos entidades más pobladas del país. El análisis hecho por EL PAÍS no se centró en la proporción que cada Estado representó en el triunfo de cada togado. Ello habría colocado al Estado de México y la capital siempre a la cabeza del listado, o a los Estados donde hubo mayor participación —Coahuila, Durango y Veracruz—, y no habría aportado un mayor entendimiento de la dinámica de la elección judicial. En cambio, se analizó cómo votó la persona que acudió a las urnas. Es decir, del total de las personas que fueron a sufragar, se determinó qué proporción votó a alguno de los nueve candidatos apoyados por Morena.
El estudio, pues, no busca consolidar los votos obtenidos por Estado, sino identificar la consistencia con la que, en ciertos Estados, el ciudadano apoyó la plantilla morenista. Varios medios, entre ellos este diario, han dado cuenta de que los nombres de los candidatos ganadores figuraban en hojas en las que el partido oficialista indicó a los ciudadanos cómo votar, con la excusa de la complejidad de la elección (eran muchos los cargos judiciales y los candidatos a votar). Esas hojas, llamadas acordeones, fueron repartidas por representantes de Morena antes y durante la jornada electoral. Los resultados del análisis muestran que la instrucción se cumplió al pie de la letra en los cinco Estados en cuestión, donde triunfaron con contundencia, en ese orden, Hugo Aguilar, Lenia Batres, Yasmín Esquivel, Loretta Ortiz, Estela Ríos, Azael Figueroa, Irving Espinosa, Arístides Guerrero y Sara Herrerías.
El caso de Aguilar permite ilustrar la metodología. Si bien el abogado oaxaqueño obtuvo 732.504 sufragios en el Estado de México, esa cifra representa el 45% del total de votos emitidos en ese Estado. En cambio, el abogado mixteco obtuvo 170.427 sufragios en Tabasco, que representaron el 66% de la votación total del Estado. Tabasco es emblemático porque allí nació el expresidente Andrés Manuel López Obrador, el arquitecto de la elección judicial. Ese Estado tropical ha funcionado como un bastión morenista en comicios anteriores, y esta vez no fue la excepción. El apoyo a Aguilar se mantuvo por arriba del 60% en Oaxaca —de donde el abogado es originario—, Guerrero, Puebla y Chiapas.
La ministra Batres, quien ya ejercía el cargo y lo conservó con la elección, donde quedó en segundo lugar, tuvo un desempeño semejante en los mismos Estados que Aguilar, con un respaldo de arriba del 60% de los votantes. La ministra Esquivel, tercer lugar, despuntó en Chiapas, donde siete de cada 10 votantes apoyaron su candidatura. Además de los Estados bajo estudio, la togada obtuvo apoyos por encima del 50% en Campeche y Yucatán, ubicados en la península mexicana y también gobernados por Morena. La ministra Ortiz, cuarto lugar, añade a Nuevo León —controlado por MC, opositor a Morena— en la lista de los Estados donde la apoyaron cinco de cada 10 votantes.
Los restantes candidatos —Estela Ríos, Sara Herrerías, Azael Figueroa, Irving Espinosa y Arístides Guerrero— replicaron la misma lógica de votación. Solo Herrerías no recibió apoyo en Oaxaca (ese Estado es el último de su lista en proporción de votos), mientras que Guerrero despuntó en Chiapas, donde el 64% de los votantes le dio su respaldo.
‘Urnas zapato’ y ‘embarazadas’
Al margen de los Estados donde los candidatos de Morena a la Corte tuvieron su base de apoyo, hubo urnas con una votación atípica, que no sucede en un contexto de votación normal. Por ejemplo, en una casilla del municipio de Tlacolula de Matamoros, muy cerca de la capital de Oaxaca, 1.802 personas votaron a Hugo Aguilar como candidato a ministro de la Suprema Corte. Los otros ocho aspirantes que también lograron un asiento en el alto tribunal obtuvieron, en la misma urna, apenas 23 votos entre todos. En otra casilla del mismo municipio, el abogado indígena ganó 1.186 sufragios, mientras que los restantes 67 votos se repartieron entre los demás candidatos principales.
Los datos compilados por el INE confirman que hubo urnas zapato, llamadas así porque están hechas “a la medida” de un aspirante. En su confección, de acuerdo con la experiencia de elecciones pasadas en México, suelen participar varios actores políticos de manera orquestada: el partido en el poder, dirigentes locales, sindicatos, las propias autoridades municipales o el gobernador mismo. No es que esta operación electoral haya determinado el triunfo de los nuevos togados —la gran movilización fue a través de los acordeones—, pero su ocurrencia demuestra que esa vieja práctica, inventada por el PRI, persiste en México en la era del dominio morenista.
La lógica de las urnas zapato se repite para Lenia Batres y Yasmín Esquivel. La ministra Batres se benefició de una operación electoral en las urnas localizadas en Chilpancingo, la capital de Guerrero. Hubo cinco casillas en las que la togada obtuvo el 100% de la votación (620 sufragios en total), es decir, ninguno de sus contrincantes ganó un solo voto. En otros casos, el apoyo a Batres tuvo matices. En alguna urna se llevó 217 de los 231 votos; en otra, 655 de los 801; en una más, 113 de los 119.
La ministra Esquivel tuvo sus casillas a la medida en municipios de Michoacán, especialmente en Lázaro Cárdenas y Pátzcuaro. En dos urnas obtuvo el 100% de la votación (396 sufragios en total), mientras que, en otras 12, nueve de cada 10 votos fueron para su candidatura. Ninguno de los seis aspirantes restantes registró urnas con una votación atípica semejante.
La elección judicial registró casos de urnas embarazadas a las que acudieron el 100% de los votantes en el padrón, lo que contrasta con el hecho de que, en general, estos comicios se distinguieron por el alto nivel de abstencionismo de la ciudadanía. Incluso, hubo casillas en las que hubo más votantes que los registrados en la lista, lo que representa a todas luces una irregularidad. Ejemplo de esto último es una urna en Ciudad Altamirano, Guerrero, donde votaron 278 personas de un padrón de 233 (la participación fue del 119%). Allí, la votación se la dividieron casi idénticamente los nueve candidatos cobijados por Morena. Otras dos urnas en Pátzcuaro, Michoacán, registraron el 106% y el 102% de participación. Allí, ocho de cada 10 votos fueron para la candidatura de Yasmín Esquivel.
En general, las casillas de Michoacán que registraron una votación atípica del 100%, o de entre el 70% y el 100%, repartieron los votos igualitariamente entre los nueve aspirantes oficialistas, y solo en algunos casos se cargaron marcadamente a favor de Esquivel. En Chiapas, esas casillas se localizan en Bochil, San Cristóbal de las Casas, Tonalá y Comitán, e igualmente dieron triunfos igualitarios a los nueve togados auspiciados por Morena. En Guerrero, que también reporta un buen número de urnas embarazadas, especialmente en Ciudad Altamirano, los votos para los mismos aspirantes siguió el mismo reparto igualitario.
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