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El Gran Reseteo: así es el detallado plan para desmantelar la UE que entusiasma a Vox

Un grupo húngaro y otro polaco logran el respaldo del partido de Abascal y otras fuerzas de extrema derecha a un pormenorizado programa de liquidación de las instituciones europeas

De izquierda a derecha, el neerlandés Geert Wilders, la sa Marine Le Pen, el español Santiago Abascal, el húngaro Viktor Orbán y el italiano Matteo Salvini, en un acto político de la extrema derecha en febrero en Madrid.
Ángel Munárriz

Opción A: desmantelar la Unión Europea. Opción B: cerrarla y abrir una versión mini. Sea como sea, decir adiós a la actual UE. Los dos “escenarios” están descritos en The Great Reset —es decir, “El Gran Reinicio” o, en lenguaje de la era digital, “El Gran Reseteo”—, un documento de los laboratorios de ideas Ordo Iuris, de Polonia, y Mathias Corvinus, de Hungría, respaldado por Vox y otros partidos de su cuerda. Habitualmente instalado en una vaga retórica contra los “burócratas de Bruselas”, el apoyo al informe es un drástico avance en concreción sobre los planes europeos del tercer partido de España. The Great Reset, que los dos think tanks están promoviendo como hoja de ruta de la ultraderecha a escala europea, está lejos de ser una perorata nacionalista o una vaga declaración de intenciones. Es un plan, ordenado y detallado, para reducir a cenizas la actual UE.

Entre los efectos del Brexit hay uno inopinado. “Los exiters [partidarios de salir de la UE] prácticamente han desaparecido", explica Anna López, doctora en Ciencia Política y autora del ensayo La extrema derecha en Europa (Tirant, 2025). Los ultras, analiza López, han interiorizado las ventajas de estar en la UE por dos motivos: uno, económico, porque garantiza “recursos, visibilidad y financiación”; otro, electoral, porque “disputar la idea de Europa política y simbólicamente” es preferible a dar la batalla por su salida. Así que los partidos de esta familia, añade la investigadora, han optado por aparcar los discursos de salida y sustituirlos por la apelación a la nostalgia de una Europa “idealizada” que habría sido “fuerte, próspera y cristiana” y que se ha fastidiado —sostienen— por el embate de una burocracia tomada por el progresismo y una inmigración musulmana fuera de control.

Como el discurso funciona, rara vez se le añaden detalles. En política, los detalles pueden asustar a quien está de acuerdo con la idea general. The Great Reset es una excepción a la inconcreción. ¿Quiénes son los que han decidido arremangarse para pasar de las grandes proclamas a la letra pequeña? Son dos organizaciones centroeuropeas. La polaca es Ordo Iuris, promotora en la sombra de la “arquitectura normativa” del anterior Gobierno, el de los ultranacionalistas de Ley y Justicia, incluyendo la “autoría intelectual” de su restrictiva ley del aborto, la “criminalización de la educación sexual” y las “zonas libres de ideología LGTBI”, explica la antropóloga Nuria Alabao, autora de Las guerras de género (Katakrak, 2025), que describe el ideario de este grupo como una mezcla de Hazte Oír y Abogados Cristianos.

Registrado como lobby ante las instituciones de la UE, Ordo Iuris mantiene o con partidos extremistas tanto en Polonia —donde también trabaja con Confederación, aún más a la derecha que Ley y Justicia— como en Francia, Italia y otros países de la UE. Explícito es su interés por España, donde tiene actividad y o con Vox al menos desde 2022. Ordo Iuris fue además uno de los patrocinadores de la cumbre antiabortista celebrada en el Senado el pasado diciembre bajo la organización de Red Política de Valores, grupo internacional pero con fuerte arraigo español, sobre todo en la figura de Jaime Mayor Oreja.

El Mathias Corvinus Collegium es, explica Anna López, una factoría de “élite política e intelectual afín al nacionalismo iliberal” nacida para nutrir el régimen de Viktor Orbán. Se trata de un modelo que en España Vox quiere imitar con su respaldo al centro de formación y difusión de ideas Issep. Al igual que Ordo Iuris, el MCC está interesado en España, donde ha colaborado con el CEU, brazo educativo de la Asociación Católica de Propagandistas. El director del Centro de Estudios Europeos del MCC es el español Rodrigo Ballester, antiguo funcionario comunitario, uno de los autores de The Great Reset. El presidente del MCC es Balázs Orbán, jefe de gabinete del primer ministro húngaro.

Desmantelar o refundar

Ambas entidades, Ordo Iuris y el MCC, ejemplifican el empeño de la ultraderecha europea de “consolidar un proyecto cultural, educativo y estratégico transnacional”, señala Anna López. En esta voluntad hay que encuadrar su informe sobre la UE, que parte de la premisa de que el proyecto comunitario ha amortizado su pretensión inicial de ser una mera zona de “libre comercio” y “coexistencia pacífica” para convertirse en un monstruo burocratizado que castra las soberanías nacionales e impone un credo progresista.

Ordo Iuris y el MCC ofrecen dos alternativas. La más detallada se presenta bajo el nombre de “volver las raíces” y acercaría la UE —así lo explicita el informe— a su modelo embrionario de 1957, cuando Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y Países Bajos firman el Tratado de Roma, origen de la Comunidad Económica Europea. El primer cambio para “volver a las raíces” sería jibarizar las instituciones europeas. La Comisión se transformaría en una “secretaría general” bajo control estricto de los Estados. Es una idea que concuerda con la que hace más de un lustro ya presentó Reagrupamiento Nacional, el partido de Marine Le Pen: reducirla a una “una secretaría istrativa sin función de decisión”. Sería el adiós a la capacidad de presión que la Comisión ha tenido ante lo que ha considerado derivas autoritarias de la Polonia de Ley y Justicia y la Hungría del Fidesz.

La Eurocámara se transformaría en una asamblea mixta, integrada por diputados salidos de elecciones europeas y otros enviados por las naciones, y de competencias “consultivas”. Las funciones del Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) se restringirían a la “resolución de disputas”, quedando fuera de su alcance la interpretación de los tratados o la corrección de decisiones judiciales nacionales.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y la presidenta de la Eurocámara, Roberta Metsola, se saludan en el Parlamento europeo en noviembre de 2024.

Todo el diseño es coherente con una idea omnipresente: que nada coarte a los gobiernos nacionales, sobre los que recaería todo el poder. Como “portavoz” de los gobiernos, el Consejo Europeo sería la “máxima autoridad” y podría incluso impulsar nueva legislación para revocar sentencias del TJUE.

El segundo cambio para la “vuelta a las raíces” acabaría con el actual modelo de integración, sustituido por uno “a la carta” en el que cada Estado decidiría en qué áreas está dentro y en cuáles fuera. Por ejemplo, inmigración y renovables, no; libre circulación de trabajadores, sí. Cada Estado podría “eximirse de políticas en conflicto con sus prioridades”. ¿Qué se infiere de esto? Si un gobierno es prohibicionista del aborto y quiere erradicar el influjo “LGTBI” de las aulas, nada podría oponer la UE. El informe incluso señala cuatro áreas intocables: “familia, orden público, orden moral y educación”. Sobre todo ello la UE no debe tener “impacto directo ni indirecto”, recoge el documento.

Justo cuando en la UE se debate cómo agilizar la toma de decisiones para competir en mundo vertiginoso, la opción A del informe defiende “reforzar y ampliar” la regla de “unanimidad”. Ese es el tercer cambio: menos mayorías cualificadas y más necesidad de que vayan todos a una para dar cualquier paso. La cuarta y última reforma para “volver a las raíces” es cambiar el nombre de la UE a “Comunidad Europea de Naciones”.

Todo lo anterior atañe a la primera opción recogida en el documento. La segunda, el plan B, es más “radical”, según el informe. Es lo que sus autores llaman “un nuevo comienzo”, que consistiría en la “disolución de la UE” y la reapertura de una nueva organización que supere el “paradigma intervencionista y regulador propio de mediados del siglo XX”. Cada Estado decidiría el cuándo, el cómo y el hasta dónde de su participación en cada proyecto de cooperación. Sería necesario “negociar la estructura detallada de la nueva Unión” y un “plan de transición”, recoge el documento.

El apoyo de Vox

El texto fue presentado en Madrid el 22 de mayo, en un acto promovido por Ordo Iuris, el MCC, Vox —a través de su fundación, Disenso— y el Centro de Derechos Fundamentales, vinculado al Fidesz de Orbán. Por parte de Vox, participó su jefe de la delegación europea, Jorge Buxadé, que publicó este mensaje: “Sabemos dónde ir”. “Ahora tenemos un proyecto”, afirmó el dirigente del partido. EL PAÍS preguntó a Vox si su respaldo es a la primera opción o a la segunda, sin respuesta. En unas declaraciones difundidas por el Centro de Derechos Fundamentales, Buxadé muestra su entusiasmo: “Estamos en condiciones de afrontar una legislatura que sea el inicio del gran reinicio”.

El apoyo de Vox no es el primero que recaban Ordo Iuris y el MCC. El informe cuenta con el respaldo del Fidesz en Hungría y de figuras de Ley y Justicia y Confederación en Polonia. Sus promotores preparan, a través del grupo Patriotas por Europa —el tercero en la Eurocámara y al que pertenece Vox—, una puesta de largo en París con presencia de Reagrupamiento Nacional y están “en conversaciones” con entidades “de toda Europa”, incluido el Centro Maquiavelo, vinculado a Hermanos de Italia, el partido de Giorgia Meloni, señala un portavoz de Ordo Iuris

El informe cuenta con el impulso de la Fundación Heritage, de poderosa influencia en el trumpismo e impulsora del Proyecto 2025, un plan de subversión conservadora de la istración que suscita recelos incluso en lo que pueda quedar de moderado en el Partido Republicano. La idea de The Great Reset nació en una conferencia organizada por este think tank estadounidense y Ordo Iuris en Varsovia en septiembre de 2024 para estudiar cómo podría ser Europa en el mundo que sueña la internacional nacionalista. Esa idea de futura Europa va tomando forma.

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Sobre la firma

Ángel Munárriz
Ángel Munárriz (Cortes de la Frontera, Málaga, 1980) es periodista de la sección de Nacional de EL PAÍS. Empezó su trayectoria en El Correo de Andalucía y ha pasado por medios como Público e Infolibre, donde fue director de investigación. Colabora en el programa Hora 25, de la SER, y es autor de 'Iglesia SA', un ensayo sobre dinero y poder.
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