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Daniela Fra: “Mi peor crisis fue cuando empezaron a pagarme por correr: para mí no es un trabajo, sino disfrute”

La atleta, de 25 años, oro en 4x400 relevos en los mundiales de Cantón, confiesa que su mayor obstáculo es su mente y que le impone la soledad de la adultez: “Para mí es más fácil batir mis récords que hacerme adulta”

Daniela Fra
Luz Sánchez-Mellado

La pista de atletismo del Polideportivo Municipal de Arroyomolinos, una localidad en la periferia de Madrid célebre por albergar un gigantesco centro comercial con una pista de esquí en su interior, es azul chillón. Eléctrico, como la forma de correr de Daniela Fra. Hemos quedado con la reciente campeona de 4x400 metros de relevos en los mundiales de Cantón. Este es su lugar de trabajo. Aquí entrena a niños de entre 5 y 10 años y se ejercita ella misma, a las órdenes de Ángeles Guerra, su antigua profesora de Educación Física en el instituto, y ahora su entrenadora. Decir que Fra es longilínea, con sus 1,77 de altura y sus piernas hasta las axilas, es, más que una metáfora, descripción pura y dura. Simpática y sonriente, charlamos mientras se atiza un pincho de tortilla con pan, parte de los 300 gramos de hidratos de carbono y los 200 de proteína que le prescribe su nutricionista en cada comida para rendir al máximo. Está en plena campaña de entrenamiento para la temporada y cada caloría cuenta.

Pregunta: ¿Se nace atleta o se hace?

Respuesta: Considero que un 50%/50%. Atleta te haces entrenando, claro, pero genéticamente es importante tener algo. En mi caso, me viene bien tener una altura y mucha suerte con las lesiones. No me suelo lesionar, no he tenido ese hándicap que ha lastrado a otros compañeros.

P: Vale, con la altura se nace, pero ¿qué hay que tener para estar en la élite?

R: Apoyo. En mi caso es clave, porque yo fallo un poquito más en la parte de creérmelo. Tiendo a hacerme más pequeña, pero mis compañeros, mi entrenadora y mis padres me hacen más grande. El paso de calidad que empecé a dar el año pasado y he culminado este año es, sobre todo, por el apoyo que tengo.

P: ¿Por qué no se lo cree?

R: Tiendo a sentirme fuera del mundo. No sé, como sentir que no pertenezco. Me cuesta creérmelo e imaginarme ganando. Antes tendía a hacerme pequeñita, pero, gracias al apoyo de mi gente ya no me pasa tanto.

P: ¿Desde cuándo le pasa eso?

R: Bueno, es que empecé tarde. A los casi 16 años. Los atletas que conozco suelen empezar a los siete u ocho. Entonces, cuando empecé, era igual de alta, pero era un fideo, no tenía forma ni técnica. Me fallaban las rodillas, era como si toda mi vida hubiera estado sentada en una silla, aunque era muy deportista: llegué a cinturón azul de kárate, hacía tenis, natación y baile urbano, que me encanta. Todavía hago coreografías en TikTok con mi prima. La primera persona que apostó por mí fue Ángeles Guerra, mi profe, que también fue atleta y gracias a ella estoy aquí.

P: ¿Qué quería ser de mayor?

R: Hace un tiempo te hubiera dicho que quería trabajar en una oficina, pero ahora, no. No me veo de ninguna otra manera. Para mí la vida es ahora, y todo el rato estoy intentando vivir experiencias nuevas, no perderme nada.

P: ¿Tiene FOMO [Fear 0f Missing Out, miedo a quedarse fuera, en sus siglas en inglés], como muchos de sus coetáneos?

R: Mucho, todo el tiempo. No quiero perderme nada. Además, soy muy juguetona. Me da mucha rabia cuando mi entrenadora me dice que no puedo jugar al vóley playa, porque a mí los plantes que me gustan son esos: hacer deporte con mis amigos. Pero lo entiendo. Te he dicho que no me lesiono, pero sí me lesioné una vez y fue por celebrar una carrera en pista cubierta que salió superbién yendo a saltar a un sitio de colchonetas. Me cayó alguien encima, me rompí el meñique del pie y estuve 6 meses sin poder entrenar.

P: ¿Qué es su cuerpo para usted?

R: Pues un poco mi tesoro. Tengo que cuidarlo mucho, pero me da mucha seguridad, porque me respeta y me responde siempre que mi cabeza manda. Obviamente, hay que entrenar duro, pero cuando he fallado, siempre ha sido por mi cabeza y no por mi cuerpo.

P: ¿Ha tenido crisis, digamos, mentales?

R: Sí. La peor fue en 2021-2022. Hasta entonces, yo entrenaba con mi club de toda la vida, con mi gente, todo guay, y no había nada económico de por medio. Me daban 500 euros al final de temporada y yo tan contenta, porque era algo con lo que no contaba. Pero en 2021 hice una buena marca en vallas: 57,20s, creo, otros clubes empezaron a interesarse por mí y empezó a entrar en mi vida el tema económico, el tema negocio.

P: ¿Y eso la bloqueó?

R: Sí. Me chocó mucho porque yo siempre he sido muy niña. Entonces, me iban a empezar a pagar y yo no sabía gestionar el dinero. Por otra parte, a mi entrenadora, no le pagaban, y yo lo veía injusto. Entonces, me agobié bastante. Además, entrar en un club que me pagaba por correr significaba que esto se convertía en un trabajo, y yo lo veía de otra manera, como un disfrute. Me fastidiaba verlo así y corría cada carrera angustiada porque tenía que hacerlo bien porque me pagaban por ello. Ese año no mejoré. Me bloqueé.

P: ¿Cómo logró salir del bucle?

R: Hablando con un montón de gente. No sabes cuánta. Mis padres, mi entrenadora, amigos, psicólogos. Me vino bien y aprendí mucho. Comprendí que quien me paga no está pagando a un robot, sino a una persona que puede fallar. Pero sí, lo que me costó, y me sigue constando, es hacerme adulta. A los 10 años, les decía a mis padres que no quería ser mayor, porque todo era muy guay. Empezar a asumir responsabilidades y estar tú sola al final de todas las decisiones es un paso que cuesta dar, que me da miedo, pero que hay que dar, y estoy en ello. Para mí es más fácil batir mis marcas que hacerme adulta.

Daniela Fra, en la pista del Polideportivo de Arroyomolinos (Madrid), donde entrena.

P: ¿Cuál es su marca personal?

R: En 400 metros lisos, 51, 64 minutos, hecho en pista cubierta este año. Y en 400 metros vallas, que es mi verdadera especialidad, 55,52s, que me la hice hace dos días, en un mitin en Canarias. Así que me pillas de subidón.

P: O sea, que va de récord en récord.

R: Bueno, tengo suerte en ese ámbito, ya te digo que mi cuerpo está preparado. Cada año consigo mejorar mis marcas. No sé cuándo se me va a acabar el chollo, porque se me acabará, pero, mientras tanto, lo disfruto. Mi sueño sería romper la barrera de los 55s en el 4X400.

P: ¿Qué son esos 55 segundos para usted?

R: Pues a la vez todo y nada. A veces acabo de correr y digo: “hostias, qué ha pasado aquí?”, no me acuerdo de absolutamente nada. En general, creo que mi vida está pasando rapidísimo. Necesito aprovechar todo. Ya no soy sub-23, ya soy categoría absoluta, la edad de mayor rendimiento en atletismo es la mía, y hasta los 30. Eso sí que me da un poco de fomo.

P: Esa expresión es muy de su generación, la Z, ¿no?

R: Bueno, yo, con 25 debo de ser de las primeras zetas y de las últimas milenials. Pero todo va muy rápido, y los jóvenes estamos muy etiquetados, literal. Entre las chicas del equipo de relevos, que estamos entre los 22 y los 27 años y solo nos llevamos cuatro años, ya veo diferencias.

P: Yo soy boomer. Lo peor, supongo.

R: Jajaja. Qué va, mis padres se enfadan cuando les digo “ok, boomer” a algo, como diciendo que sí, que vale, pero los boomers sois muy tiernos.

P: ¿Y eso?

R: Porque los boomers, en general, sois gente que sabe mucho de casi todo, pero de otras cosas más nuevas, no. Pero intentáis adaptaros a las nuevas tendencias, a las nuevas tecnologías, pedís ayuda, y eso me da ternura, porque es mostrar la vulnerabilidad. Y también porque siento que yo, aunque sea en eso, puedo ayudar.

P: Su especialidad son las vallas. ¿Cuál es su peor obstáculo en la vida?

R: Mi mente. Mi cabeza es claramente la que me pone límites, y me cuesta más empujar los límites de mi mente que de mi cuerpo.

P: ¿Entrenar es sufrir?

R: Para mí, no. Para mí es disfrutar, y, de hecho, los bajones que he tenido han tenido que ver con que no disfrutaba en la pista.

P: ¿Y todo eso del sacrificio del deportista?

R: Claro que se sufre, el reto es encontrar disfrute en el sufrimiento pensando que sirve para algo: las ganas de vomitar, el cansancio extremo. Los atletas somos masoquistas. Siempre ha habido alguien dispuesto a asumir ese dolor.

P: En una carrera de relevos, con cuatro corredoras, ¿Qué papel juega el ego de cada una?

R: Somos distintas, pero, en una carrera de relevos somos como un cuerpo y cuatro cabezas. Entonces, tú tienes que creértelo, pero también confiar en tus compañeras para que tú puedas pensar solo en correr, llevar el testigo lo más rápido y entregarlo lo más adelante posible. Es como que todas juntamos nuestro cerebro en eso. Y es muy divertido.

P: ¿No hay piques entre ustedes?

R: No puede haberlos. Ahora, también te digo que el orgullo de cuando haces una buena marca personal en los relevos, y contribuyes a la clasificación del equipo y a las medallas, no te lo quita nadie.

P: Entrena a niños y niñas pequeños, ¿ve alguna joven promesa en sus clases?

R: Veo promesitas. Lo que les hace falta a esa edad es cariño, cuidado y apoyo, como hicieron conmigo. Es muy importante que se lo pasen bien, que disfruten. Yo les cuido y les enseño todo jugando. Esa es la clave. No hay más.

'BURBUJA DORADA'

Así, como "Golden Bubbles", por su ligereza y brillantez, gustan de ser llamadas las corredoras españolas que han ganado el oro en el mundial 2025 de relevos 4x400 recientemente celebrado en Cantón. Daniela Fra (Torrejón de Ardoz, Madrid, 25 años) fue, junto a Blanca Hervás, Eva Santidrián y Paula Sevilla, una de las velocistas, del equipo de siete, que se hizo con el título. Graduada en Ciencias del Deporte, Fra da clases de atletismo a niños y niñas y entrena a diario en el polideportivo de Arroyomolinos, a las afueras de Madrid. A finales de junio, si, como espera, logra la clasificación, volverá a competir en el Campeonato Europeo de Atletismo por Equipos que se celebrará en el estadio Vallehermoso de Madrid. Su próxima meta es el Mundial de Tokio. Y su sueño, romper la barrera de los 55 segundos en su tramo del 4x400.

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Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.
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