Muere a los 86 años el escritor británico Frederick Forsyth, autor de ‘Chacal’
El novelista, padre de novelas de suspense como ‘El expediente Odessa’ o ‘Los perros de la guerra’, fue profusamente adaptado al cine


El novelista británico Frederick Forsyth, autor de thrillers superventas como Chacal y Los perros de la guerra ha fallecido a los 86 años, según ha informado este lunes la BBC. El escritor publicó más de 25 libros y vendió más de 75 millones de ejemplares en todo el mundo.
Forsyth nació en Kent en 1938 y fue corresponsal de guerra de Reuters y la BBC, e informante del MI6, la agencia británica de espionaje exterior. Así, adquirió fama utilizando su experiencia como reportero en París para escribir la historia de un intento fallido de asesinato contra Charles de Gaulle, la novela Chacal, que fue adaptada al cine en dos ocasiones, por Fred Zinnemann en 1973 y por Michael Caton-Jones en 1997. Son solo dos adaptaciones de las muchas que se hicieron de sus novelas.
“Nunca tuve la intención de ser escritor”, escribió Forsyth más tarde en sus memorias, The Outsider - My Life in Intrigue (El forastero: mi vida en la intriga). “Después de todo, los escritores son criaturas extrañas, y si intentan ganarse la vida con ello, aún más”. Se presentaba a sí mismo como una mezcla entre Ernest Hemingway y John le Carre, a la vez hombre de acción y espía de la Guerra Fría, pero le encantaba darle la vuelta al insulto de que era un escritor ligero: “Soy ligero, pero popular. Mis libros se venden”.
En cuanto a Chacal, su obra más conocida, su argumento trata de un asesino inglés, interpretado en una de las películas por Edward Fox, que es contratado por paramilitares ses enfadados con la retirada de De Gaulle de Argelia, se publicó en 1971 después de que Forsyth se encontrara sin un centavo en Londres.

Escrita en solo 35 días, la novela fue rechazada por numerosas editoriales que temían que la historia fuera defectuosa y no se vendiera, ya que De Gaulle no había sido asesinado. De Gaulle murió en 1970 de una rotura de aorta mientras jugaba al solitario. Pero la trepidante novela de suspense de Forsyth, con detalles de estilo periodístico y brutales tramas secundarias de lujuria, traición y asesinato, fue un éxito instantáneo. La novela fue tan influyente que el terrorista venezolano Illich Ramírez Sánchez fue apodado Carlos el Chacal.
Forsyth, el que fuera un periodista pobre se convirtió en un rico escritor de ficción.
Sus libros, tramas fantásticas que casi se regodeaban en el cinismo de un mundo subterráneo de espías, criminales, hackers y asesinos, vendieron más de 75 millones de ejemplares. Sin embargo, detrás de su bravuconería, había indicios de tristeza. Más tarde habló de refugiarse en su imaginación como hijo único y solitario durante y después de la Segunda Guerra Mundial.
El aislado Forsyth descubrió su talento para los idiomas: afirmaba ser francófono nativo a los 12 años y germanófono nativo a los 16, en gran parte gracias a los intercambios. Fue a la Tonbridge School, uno de los antiguos colegios privados de Inglaterra, y aprendió ruso con dos princesas georgianas emigradas en París. A los 18 años añadió el español.

También aprendió a volar y cumplió el servicio militar en la Royal Air Force, donde pilotó cazas como una versión monoplaza del de Havilland Vampire.
El británico impresionó a los editores de Reuters con sus idiomas y su conocimiento de que Bujumbura era una ciudad de Burundi, por lo que le ofrecieron un puesto en la agencia de noticias en 1961 y lo enviaron a París y luego a Berlín Oriental, donde la policía secreta Stasi lo vigilaba de cerca.
Dejó Reuters para incorporarse a la BBC, pero pronto se desilusionó por su burocracia y por lo que consideraba un fracaso de la corporación a la hora de cubrir adecuadamente debido a las incompetentes opiniones poscoloniales del Gobierno sobre África.
En 1968, Forsyth fue ado por el Servicio Secreto de Inteligencia, conocido como MI6, y un oficial llamado «Ronnie» le pidió que informara sobre lo que realmente estaba sucediendo en Biafra. Según él mismo cuenta, mantuvo o con el MI6, al que a la que llamaba «la Firma», durante muchos años. Sus novelas mostraban un amplio conocimiento del mundo de los espías e incluso, según él mismo dijo, eliminó partes de El cuarto protocolo (1984) para que los militantes no supieran cómo detonar una bomba atómica.
Su escritura era a veces cruel, como cuando el Chacal mata a su amante después de que ella descubre que es un asesino. “Él la miró y, por primera vez, ella se dio cuenta de que las motas grises de sus ojos se habían extendido y nublado toda su expresión, que se había vuelto muerta y sin vida, como una máquina que la miraba fijamente».
Después de encontrar finalmente un editor para Chacal, Harold Harris, de Hutchinson, le ofreció un contrato para tres novelas. A esta le siguió El expediente Odessa, en 1972, la historia de un joven periodista freelance alemán que intenta localizar al miembro de las SS Eduard Roschmann, o el Carnicero de Riga.

Después, Los perros de la guerra, en 1974, trata sobre un grupo de mercenarios blancos contratados por un magnate minero británico para matar al dictador loco de una república africana —basado en Francisco Macías Nguema, de Guinea Ecuatorial— y sustituirlo por un títere. The New York Times dijo en su momento que la novela estaba “dirigida al público de las películas de sábado por la noche en los suburbios” y que estaba “impregnada de una especie de condescendencia posimperial hacia el hombre negro”.
Divorciado de Carole Cunningham en 1988, se casó con Sandy Molloy en 1994. Pero perdió una fortuna en una estafa de inversiones y tuvo que escribir más novelas para mantenerse. Tuvo dos hijos, Stuart y Shane, con su primera esposa.
Sus últimas novelas enfrentaban a hackers, rusos, militantes de Al Qaeda y traficantes de cocaína contra las fuerzas del bien, en general Gran Bretaña yOccidente. Pero las novelas nunca alcanzaron el nivel de Chacal. Partidario de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, Forsyth reprendió a las élites británicas por lo que calificó de traición e ingenuidad.
En sus columnas del Daily Express, ofreció una serie de críticas mordaces sobre el mundo moderno desde una perspectiva intelectual de derecha. El mundo, decía, se preocupaba demasiado por “la pandemia oriental” (conocida por la mayoría como COVID-19), Donald Trump estaba “trastornado”, Vladimir Putin era “un tirano” y “los liberales de Occidente” se equivocaban en casi todo.
Hasta el final, fue un reportero que escribía novelas. “En un mundo cada vez más obsesionado con los dioses del poder, dinero y la fama, un periodista y un escritor deben mantenerse al margen”, escribió. “Nuestro trabajo es exigir responsabilidades al poder”.
[Esta es una información de última hora, habrá ampliación en breve]
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